La primera mujer en presidir la Federación Agraria Argentina habla sobre los desafíos de liderar una institución centenaria, el lugar de la mujer rural en la dirigencia, su vida fuera del cargo y su mirada sobre el futuro del campo.
Con una trayectoria de toda una vida en la Federación Agraria, Andrea Sarnari asumió la presidencia con la confianza de sus pares y la convicción de que el agro necesita liderazgos positivos y colectivos. En diálogo con Agroactiva, repasa sus desafíos, reflexiona sobre el rol creciente de la mujer en las estructuras agropecuarias, defiende políticas públicas para pequeños productores y define a Agroactiva como “la vidriera del interior pujante y chacarero”.
—¿Cómo recibiste el hecho de convertirte en la primera mujer en liderar la Federación Agraria?
Con mucha responsabilidad por lo que significa liderar una entidad centenaria como lo es la Federación Agraria, pero con mucha alegría también. Es un lugar muy cómodo para mí; me representa de punta a punta y transité toda mi vida en la institución. Mis pares confiaron en mí por mi trabajo y porque me conocen, no por ser mujer, pero es una característica distinta que seguro le da otra impronta a la organización.
—¿Qué desafíos enfrentaste en este nuevo rol?
Varios. Escuchar más activamente que nunca, tomar decisiones como último eslabón —cosa que a veces no es fácil— y trabajar siempre para llevar adelante un liderazgo positivo que contagie ganas de cambiar las cosas adversas. Son desafíos que me entusiasman siempre.
—¿Qué lugar ocupa hoy la mujer rural dentro de las estructuras de poder agropecuarias?
Cada vez más ocupamos lugares estratégicos y decisivos, afortunadamente. En la chacra, en la empresa familiar, con roles más decisorios y haciendo la mayoría de las tareas por nosotras mismas. En las instituciones eso se va forjando: al hacernos cargo del trabajo en el campo vemos de cerca las dificultades y eso nos impulsa a participar más. Y cuando nos comprometemos lo hacemos al 100%. Falta todavía, pero junto con los varones creamos equipos maravillosos.
—¿Cómo es un día normal en tu vida fuera del cargo?
Nunca un día es igual al otro. Hoy, con tanto tiempo dedicado a lo institucional, lo que más disfruto es mi familia: ir a ver a mis hijos jugar al básquet, ir a la cancha a ver a Independiente o simplemente estar en el campo. Si es cortando el pasto, arreglando el patio o andando a caballo, mejor.
—¿Qué te emociona hoy más allá de lo profesional?
Ver cómo mis hijos se van convirtiendo en seres maravillosos, independientes y comprometidos.
—¿Qué sueños personales te quedan pendientes?
No lo sé exactamente. La vida siempre me sorprendió y mis sueños se fueron construyendo en cada momento. Disfruto mucho de lo que me toca vivir, no proyecto demasiado a largo plazo: trato de ser feliz con lo que va pasando y es alcanzable.
—¿Qué mensaje les darías a otras mujeres que quieren involucrarse en la dirigencia agropecuaria?
Que es maravilloso trabajar por proyectos y deseos colectivos. Que todos los sinsabores y los esfuerzos de ser dirigente valen la pena si lo vivís con alegría y esperanza. Que se animen, que se valoren y que necesitamos la cabeza, el corazón y la sabiduría de las mujeres para resolver y liderar procesos.
—¿Cómo definirías a Agroactiva desde tu experiencia?
Es la vidriera del interior pujante, innovador, trabajador, amigable y con espíritu chacarero. El reflejo de esos gringos que vinieron a hacerlo todo, y lo hicieron. En Agroactiva están nuestros abuelos, nosotros y nuestros hijos reflejados.
—En una frase, ¿qué es el agro para vos?
Mi modo de ser, de vivir y de pensar.
—¿Qué opinás del desmantelamiento de políticas públicas para el agro, como la reducción de extensión rural del INTA o la eliminación de programas para pequeños productores?
Que el camino es a la inversa. La fortaleza debe buscarse fomentando más arraigo, más extensionismo, con presencia e innovación en cada territorio y con más productores. Los programas de desarrollo productivo y territorial para la pequeña escala le darían a la Argentina más posibilidades de que seamos más los que vivamos en el interior haciendo lo que nos gusta, lo que sabemos hacer y con mayor calidad de vida para todos: los del campo, el comercio y la industria.
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