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Prensa

Del prejuicio al micrófono: la periodista más joven de Radio Rivadavia que le pone voz al campo

Del prejuicio al micrófono: la periodista más joven de Radio Rivadavia que le pone voz al campo

04 de Agosto 2025

Carola Urdangarin tenía apenas cuatro años cuando una inundación marcó su vínculo con el campo. Por entonces, ser hija de un productor agropecuario no era algo que contaba con orgullo. Años después, desde el periodismo, transformó esa historia en motor: hoy es la mujer más joven en conducir en Radio Rivadavia, lidera espacios clave del periodismo agropecuario y sueña con un campo que deje de sobrevivir para empezar a despegar. Esta es su historia.


¿Cómo empieza tu historia en el campo?


Mi historia con el campo empieza en mi infancia: mi papá es productor agropecuario y vivíamos en una casa rural cerca de Tejedor, mi pueblo natal. Pero durante años tuve un vínculo conflictivo con ese mundo. Asociaba el campo a momentos difíciles, como una inundación que nos obligó a mudarnos, una invasión de víboras y una época familiar dura, marcada por la muerte y quiebra de mi abuelo. Incluso me costaba decir en el colegio que mi papá era productor.


Recién a los 19 años, mientras estudiaba periodismo, volví a acercarme al campo gracias a un trabajo freelance en la revista Chacra. Lo que parecía algo temporal se convirtió en mi camino profesional. Aprendí, viajé, y encontré una forma nueva de mirar ese lugar que, hoy, también es mi fuente de trabajo y orgullo.


¿Cómo vivís tu rol como periodista agropecuaria?


Lo vivo con mucho compromiso. Nunca imaginé que iba a hacer periodismo vinculado al agro, pero fue una sorpresa que me gustó y me abrió muchas puertas. Estoy muy agradecida por eso.


Una de esas oportunidades fue haberme convertido en la mujer más joven en conducir en Radio Rivadavia, una radio con más de 100 años de historia. Empecé a los 25 y hoy tengo 28. Siento que llegué a este espacio porque el mercado agropecuario, al ser chico, me permitió crecer y encontrar mi propia manera de hacer periodismo.


Por eso lo tomo con mucha responsabilidad. Trato de ser precisa con lo que cuento y de “cinturar” todo el tiempo entre dos públicos: uno que es de nicho y sabe perfectamente de qué estoy hablando, y otro que no trabaja en el campo, pero al que me interesa acercar para que el agro le empiece a interesar también.


¿Qué rol creés que juega la comunicación en tu vida profesional dentro del agro?


La comunicación lo es todo. Es más que mi trabajo como periodista: soy una convencida de que comunicar lo que nos pasa, abrir temas y dudar en equipo es fundamental para entendernos y mejorar.


En el agro hay un debate instalado sobre si se comunica mal. No estoy tan de acuerdo con esa afirmación, pero me parece buenísimo que lo estemos discutiendo. Creo que uno de los mayores desafíos del campo es que piensa mucho más en cómo lo ven que en cómo quiere ser mirado.


Entonces, es válido preguntarnos: ¿la imagen del campo que existe hoy la construyó el propio campo o la dejó construir por otros? Me parece que, en los últimos años, esa imagen fue definida desde afuera, especialmente desde sectores vinculados a la política. Eso hizo que el campo tenga que dar más explicaciones que otros sectores productivos que también son importantes para el país.


El campo es uno de los sectores más observados y cuestionados de la Argentina. Creo que eso también tiene que ver con haber sido pasivos a la hora de construir su propia imagen. Y al final del día, la imagen es cómo te ven.


¿Cómo es tu día a día?


Empiezo muy temprano. Mi alarma suena a las 5:45 de la mañana. Me baño, leo todos los diarios y medios vinculados al agro, y repaso las tapas de los diarios más importantes. También recopilo información propia, porque a las 7:30 hago mi primera salida al aire en el programa de Nacho Ortelli —antes era el de Marcelo Longobardi—, donde hace tres años tengo mi columna agropecuaria.


Esa primera salida es muy importante para Radio Rivadavia, así que no solo me informo, sino que la noche anterior ya empiezo a buscar datos y preparar algún adelanto o primicia. Luego, a las 10:30 vuelvo a salir al aire, esta vez en el programa de Nelson Castro, con otros temas.


Los miércoles hago un programa de streaming que estrenamos en noviembre pasado en Neura, donde también hablamos de agro. Se llama Agro Leaks. Además, trabajo mucho como moderadora de eventos, en conducciones y conferencias de prensa. Los sábados me levanto a las 3 am, leo los diarios, me informo y salgo al aire a las 6 am con mi programa en Radio, junto a un gran equipo y de la mano de Agrolink, la productora que lo pone al aire.


¿Qué te gustaría que pase en el agro de acá a 10 años?


Me gustaría que, finalmente, pueda despegar. Desde chica siento que siempre hay una promesa de algo que está por pasar, pero que nunca se terminan de dar las condiciones para que ocurra. El agro sigue dependiendo de factores extraordinarios que no puede controlar, como el precio internacional de los granos, o —para mal— de las decisiones políticas del momento. Eso le ha hecho mucho daño al sector.


No es solo una percepción: hay datos. Por ejemplo, Argentina no crece en producción de soja, a pesar de ser líder en la industria. Hoy incluso se está importando soja desde Paraguay, algo que parece absurdo. Y eso ocurre por razones climáticas, pero también por políticas erráticas, que cambian mucho más que en países como Brasil, donde hay mayor continuidad entre gobiernos.


Si lográramos estabilizar eso y tener políticas agropecuarias reales —es decir, leyes que no se puedan cambiar fácilmente y que sean de mediano plazo—, el campo podría crecer mucho más. Podría incorporar tecnología y fortalecer su lugar como early adopter de innovación. Argentina fue líder en siembra directa, pero hoy muchos productores han tenido que volverse conservadores por necesidad. Y eso es peligroso. En 10 años me imagino un campo creciendo, apostando a la tecnología y dejando atrás esa incertidumbre constante.


¿Qué es el campo para vos?


El campo argentino es, sin dudas, el diamante en bruto que nadie logra pulir.


¿Cuál es, para vos, la noticia que cambiaría el curso del agro argentino?


Que hay consenso. El día que la dirigencia política argentina entienda que, más allá de potenciar otros sectores, tiene uno dormido por falta de acuerdo, va a cambiar el rumbo.


Ese consenso debería traducirse en leyes y políticas agropecuarias de largo plazo. Todo lo demás han sido decisiones coyunturales, improvisadas, que terminaron provocando que el campo funcione como un electrocardiograma: con altibajos constantes.


¿Qué es lo que diferencia a Agroactiva de otras muestras?


La identidad. Esa sensación de estar en el medio del campo, rodeada de gente que vive y trabaja en el campo, que lo conoce y lo quiere. Agroactiva tiene esa esencia familiar que me encanta, y que no pierde.


¿Qué amás de hacer lo que hacés?


Lo que más disfruto es conocer gente. Me enriquece, me hace ver cómo quiero ser, cómo no quiero pensar, y me abre la cabeza. Cada vez que conozco a alguien nuevo siento que aprendo algo. Ojalá yo también pueda enriquecer a otros con lo que comparto. Me encanta grabar en el campo, y ahora estoy empezando a hacer vlogs en YouTube y a probar nuevos conceptos comunicacionales. Me divierte, me conecta y lo disfruto muchísimo.

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